LO QUE LOS LÍDERES NECESITAN CONOCER ACERCA...


EL CANON DE LAS ESCRITURAS

¿Cómo Viene Un Libro A Formar Parte De La Biblia?

A. CANONIZACIÓN
¿Qué libros pertenecen a la Biblia? ¿Cómo fue decidida tal cosa?

Canonización, es el proceso mediante el cual los libros de la Biblia reciben su aprobación y aceptación final por los líderes de la iglesia. ¿Cómo fueron aceptados los libros de la Biblia como parte del canon de las Escrituras?


¿Cómo reconocería uno un libro inspirado si lo viera? ¿Cuáles son las características que distinguen una declaración divina, de una puramente humana? Varios criterios estaban envueltos en el proceso de un reconocimiento como éste. El pueblo de Dios tenía que buscar ciertas marcas distintivas para la autoridad divina.

1. Los Principios Para El Descubrimiento De La Canonización
Los libros falsos y los falsos escritos no eran escasos. Su amenaza siempre presente, hacía necesario que el pueblo de Dios revisara cuidadosamente su colección sagrada.

a. Dos Categorías De Escritos Sagrados. Dos categorías de escritos sagrados tenían que ser examinados:

1) Los libros aceptados por algunos creyentes, pero no por otros; y

2) Los escritos aceptados, pero cuestionados más tarde.

(En siglos previos, se pensaba que eran libros inspirados por Dios, pero ahora se considera que su origen es cuestionable.)

Los manuscritos de ambas categorías, fueron examinados por los concilios de iglesias para verificar si estos debiesen ser parte de la Biblia.

b. Cinco Criterios Básicos
1) Autoritativo. ¿Es el libro, autoritativo? ¿Clama éste ser de Dios?

2) Profético. ¿Es tal libro, profético? ¿Fue escrito por un siervo de Dios?

3) Auténtico. ¿Es auténtico? ¿Dice el libro la verdad acerca de Dios, el hombre, etc.?
4) Dinámico. ¿Es el libro dinámico? ¿Posee poder para transformar vidas?

5) Aceptado. ¿Acaso es tal libro recibido o aceptado por las personas para quienes fue originalmente escrito? ¿Es reconocido como que es de Dios?

2. Los Cinco Criterios Básicos En Detalle
a. La Autoridad De Un Libro. Cada libro en la Biblia conlleva la autoridad divina. Muy a menudo, encontramos en ellos: “Así dice Jehová Dios”. Otras veces el tono y las exhortaciones revelan su origen divino. Siempre hay articulación divina. En la literatura más didáctica (de enseñanza) hay articulación divina acerca de lo que los creyentes deberán hacer.

En los libros históricos, las exhortaciones están más implícitas y las articulaciones autoritativas se refieren más a lo que Dios ha hecho en la historia de Su pueblo. Si un libro carecía de la autoridad de Dios, no era considerado canónico y se rechazaba su inclusión en la Biblia.

Ilustremos este principio de autoridad en su relación con el canon. Los libros de los profetas fueron fácilmente reconocidos por este principio de autoridad.

La repetición de la declaración: “Y Jehová Dios me dijo”, o “La palabra de Jehová Dios fue sobre mí”, es evidencia abundante de su reclamación de autoridad divina.

Algunos libros carecen de esa reclamación de ser divinos y por ello fueron rechazados como canónicos. Quizás, éste fue el caso del libro de Jaser y el Libro de las Guerras del Señor. También hubo otros libros que fueron cuestionados y retados con relación a su autoridad divina, pero finalmente fueron aceptados en el canon, tal es el caso del libro de Ester.

No fue hasta que todos vieron completamente obvio que la protección y articulaciones de Dios sobre Su pueblo estaban incuestionablemente presentes en Ester, que su libro recibió un lugar permanente en el canon judío. El hecho de que algunos libros canónicos fueron puestos en tela de juicio, asegura que los creyentes los estaban discriminando. A menos que ellos fueran convencidos de la autoridad divina del libro, éste sería rechazado.

b. La Autoridad Profética De Un Libro. Los libros inspirados vienen únicamente a través de hombres ungidos del Espíritu Santo conocidos como profetas (2 P 1:20,21). La Palabra de Dios es dada a Su pueblo únicamente a través de Sus profetas. Cada autor bíblico tuvo un don o función profética, aun cuando no fuera un profeta por ocupación (He 1:1).

Pablo argumentó en Gálatas que sus enseñanzas y escritos deberían ser aceptados debido a que era un apóstol “…no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre…” (Ga 1:1). Su libro (epístola), debería ser aceptado porque era apostólico: era de un portavoz o profeta nombrado por Dios.

Los libros tenían que ser rechazados si no venían de profetas de Dios, así como en las amonestaciones de Pablo de que no aceptaran un libro de alguien que reclamara falsamente ser un apóstol (2 Ts 2:2), y como en la advertencia a los corintios acerca de los apóstoles falsos (2 Co 11:13).

Las amonestaciones de Juan acerca de los falsos Mesías y el probar los espíritus, caen en la misma categoría (1 Jn 2:18, 19; 4:1-3). Fue debido a este principio profético que la segunda epístola de Pedro fue disputada por algunos en la Iglesia primitiva. No fue hasta que los líderes de antaño fueron convencidos de que no era una falsificación sino de que realmente había venido de Pedro el Apóstol como lo reclamaba este versículo (2 P 1:1), que recibió un lugar permanente en el canon cristiano.

c. La Autenticidad De Un Libro. Otra marca sobresaliente de inspiración, es la autenticidad. Cualquier libro con errores doctrinales (juzgado por revelaciones previas), no podría ser inspirado por Dios. Él no puede mentir; Su Palabra tiene que ser la verdadera y consistente. En vista de este principio, los bereanos aceptaron las enseñanzas de Pablo y escudriñaron las Escrituras para ver si lo que Pablo les había enseñado estaba realmente en armonía con la revelación de Dios en el Antiguo Testamento (Hch 17:11). La simple armonía con la revelación previa, por sí misma, no haría que una enseñanza fuera inspirada. Pero la contradicción de una revelación previa, indicaría claramente que una enseñanza no fue inspirada.
La mayoría de los libros Apócrifos fueron rechazados debido al principio de autenticidad. A pesar de su formato autoritativo, sus anomalías históricas y herejías teológicas, hicieron imposible aceptarlos como obras inspiradas por Dios. No podían venir de Dios y contener errores al mismo tiempo.

Algunos libros canónicos fueron cuestionados sobre las bases de este mismo principio. ¿Podría la carta de Santiago ser inspirada, si contradecía la enseñanza de Pablo sobre la justificación por la fe y no por las obras? Hasta que esa esencia de compatibilidad no fuera vista, la epístola de Santiago estaría en tela de juicio por algunos.

Otros cuestionaban la de Judas, porque citaba libros apócrifos que no eran auténticos (vs 9, 14). Un día se entendió que las citas de Judas no conferían mayor autoridad que la que Pablo dio a las citas de libros de poetas no cristianos (lea también Hechos 17:18 y a Tito 1:12), entonces, no había razón alguna para rechazar la epístola de Judas.

d. La Naturaleza Dinámica De Un Libro. La cuarta prueba para la canonización, no era tan evidente como algunas de las otras. Ésta, era la habilidad (dinámica) para transformar la vida del lector.

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz” (He 4:12). Como resultado, puede ser usada “...para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en toda justicia” (2 Ti 3:16).

El Apóstol Pablo reveló que la habilidad que los escritos inspirados tienen para transformar la vida, estaba envuelta en aceptar toda la Escritura, lo cual, es comprobado por 2 Timoteo 3:16,17. Pablo le escribió a Timoteo: “...las Sagradas Escrituras... te pueden hacer sabio para la salvación” (v 15). Pedro habla acerca del poder de edificar y evangelizar que reside en la Palabra (1 P 1:23; 2:2).

Otros mensajes y libros fueron rechazados porque sostenían una esperanza falsa (1 R 22:6-8), o porque sonaban una falsa alarma (2 Ts 2:2). Así que, no conducían a la edificación del creyente en la verdad de Cristo. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8:32). La enseñanza falsa nunca libera; únicamente la verdad tiene poder libertador.

Algunos libros bíblicos, tales como Cantar de los Cantares y Eclesiastés, fueron cuestionados porque algunos consideraron que carecían de ese poder dinámico y edificador.

Una vez fueron convencidos de que Cantar de los Cantares no era un libro sensual, sino profundamente espiritual, y que Eclesiastés no era escéptico y pesimista, sino más bien positivo y edificante (véase capítulo 12:9,10), entonces, toda duda fue disipada en relación con su canonización.

e. La Aceptación De Un Libro. La marca de fábrica distintiva de un escrito autoritativo es su reconocimiento por el pueblo de Dios, para quien fue inicialmente escrito.

La Palabra de Dios, expuesta a través de Su profeta y con Su verdad, tiene que ser reconocida por Su pueblo. Generaciones de creyentes subsiguientes investigaron para verificar este hecho. Si el libro era recibido y usado como la Palabra de Dios por aquellos para quienes fue escrito originalmente, entonces, su canonización era establecida.

Debido a los medios de comunicación y transportación en los tiempos antiguos, a los líderes de antaño de la Iglesia a veces les tomaba mucho tiempo y esfuerzo determinar tal reconocimiento. Por esa razón, el reconocimiento final y completo de los 66 libros del canon de parte de toda la Iglesia, fue una tarea que tomó muchos, pero muchos siglos.

Los libros de Moisés fueron aceptados inmediatamente por el pueblo de Dios. Fueron coleccionados, citados, preservados y aun impuestos sobre las generaciones futuras.

Las epístolas de Pablo fueron recibidas inmediatamente por las iglesias a las cuales habían sido escritas (1 Ts 2:13) y, aún, por otros apóstoles (2 P 3:16).

Otros escritos fueron inmediatamente rechazados por el pueblo de Dios por la falta de autoridad divina (2 Ts 2:2). Los falsos profetas (Mt 7:21-23) y los espíritus de mentira tenían que ser probados y rechazados (1 Jn 4:1-3), como era indicado por muchos ejemplos dentro de la misma Biblia (Jer 5:2; 14:14).
Este principio de aceptación, dirigió a algunos a cuestionar durante un tiempo ciertos libros bíblicos, tales como las epístolas de 2 y 3 de Juan. Su naturaleza privada y de limitada circulación siendo lo que eran, era de esperarse que habría renuencia o indisposición para aceptarlas hasta que se estableciera que las cartas fueron recibidas por los creyentes del primer siglo como venidas de parte del Apóstol Juan.

Es casi innecesario agregar que al inicio no todos otorgaban reconocimiento al mensaje de un profeta. Dios defendía a Sus profetas de quienes los rechazaban (ej. 1 Reyes 22:1-38), y de quienes los retaban; Él designaba quién era Su pueblo. Cuando la autoridad de Moisés fue retada por Coré y otros, la tierra se abrió y se los tragó vivos (Números 16).

El papel del pueblo de Dios era decisivo en el reconocimiento de la Palabra de Dios, la cual, determinaba la autoridad de los libros del canon. No obstante, Su pueblo tenía el deber de descubrir qué libros eran autoritativos y cuáles no lo eran. Para ayudarlos en este descubrimiento, tenían que poner en práctica las cinco pruebas de canonización delineadas anteriormente.

3. El Procedimiento Para El Descubrimiento De La Canonización
No debemos imaginarnos un comité de líderes de la Iglesia con una inmensa hilera de libros y estos cinco principios de evaluación ante ellos, cuando hablamos del proceso de canonización. El proceso era mucho más natural y dinámico. Algunos principios están implícitos únicamente en el proceso.

Aunque todas las cinco características estén presentes en cada escrito inspirado, no todas las normas de reconocimiento son aparentes en la decisión sobre cada libro canónico. No siempre era inmediatamente obvio para el antiguo pueblo de Dios que algunos libros históricos fueran “dinámicos” o “autoritativos”. Más obvio para ellos, era el hecho de que ciertos libros eran “proféticos” y “aceptados”.

Uno puede ver con facilidad que la declaración “así dice Jehová Dios”, jugó un papel muy significativo en el descubrimiento de los libros canónicos que revelan el plan de redención completo de Dios.

Sin embargo, lo opuesto algunas veces es verdad; por ejemplo, el poder y la autoridad de un libro, son más aparentes que su autor original (ej. Hebreos).

De cualquier modo, las cinco características estaban envueltas en el descubrimiento de cada libro canónico, aunque algunas eran utilizadas implícitamente.

El simple hecho de que un libro fuera recibido en algún lugar por algunos creyentes, no quería decir que esto probaba su inspiración. La recepción inicial de parte del pueblo de Dios, quien estaba en la mejor posición de probar la autoridad profética de un libro, era crucial.

Se tomó algún tiempo para que las generaciones subsiguientes estuvieran totalmente informadas respecto a las circunstancias originales de un libro. Así que, la aceptación de éstas era importante, aunque más bien era un soporte para las canonizaciones anteriores.

El principio esencial, sobrepasa a todos los demás. En la base de todo el proceso de reconocimiento, yace un principio fundamental: la naturaleza profética del libro.

Si un libro era escrito por un profeta acreditado de Dios, reclamando exponer una articulación autoritativa de Él, entonces, no había necesidad de formular las demás preguntas.

El decir que la falta de autenticidad descalificaría un libro profético, es hipotético. Ningún libro dado por Dios, puede ser falso. Si un libro que reclama ser profético parece tener falsedad indiscutible, entonces, las credenciales proféticas deben ser examinadas nuevamente. Dios no puede mentir. De esa manera, los otros cuatro principios sirven como un examen del carácter profético de los libros del canon.

Libros No Incluidos En El Canon De Las Escrituras

A. LOS LIBROS APÓCRIFOS Y LA PSEUDOEPIGRAFÍA
El término Apócrifo, es usado para designar una colección de antiguos libros judíos que fueron escritos aproximadamente entre el año 250 a.C. y los primeros siglos del cristianismo. Los libros apócrifos, han llegado a ser considerados escritos inspirados en la teología de la Iglesia Católica Romana, pero la historia protestante y judía no les atribuye una inspiración real.

1. Por qué Los Protestantes Los Rechazan
Aunque los protestantes estudian los libros apócrifos por la luz que arrojan sobre la vida y pensamientos del judaísmo precristiano, ellos los rechazan como escritura inspirada por las siguientes razones:

a. No Fueron Usados Por Jesús Ni Por La Iglesia Del Primer Siglo. Los Libros Apócrifos no fueron parte del Antiguo Testamento, el cual, Jesús y la Iglesia del primer siglo utilizaron. La división de tres aspectos del antiguo Testamento: La Ley, Los Profetas y Los Escritos Poéticos, todavía usados en las Biblias hebreas y versiones judías del Antiguo Testamento, no incluyen los Libros Apócrifos y nunca lo hicieron.

Aunque los escritos Apócrifos fueron conocidos por Jesús y sus discípulos, ellos nunca los citaron como Escritura autoritativa.

b. Nunca Fueron Citados Como Escrituras. Los escritores judíos antiguos, quienes utilizaron la Biblia griega, tales como Filo y Josefo, se familiarizaron con los Apócrifos, pero nunca los citaron como parte de la Biblia. El libro Apócrifo de 2 de Esdras, menciona 24 libros que corresponden a la Biblia hebrea como es conocida hoy y setenta otros escritos que son un misterio en naturaleza (2 Esdras 14:44-48).

Es significativo que este libro Apócrifo confirme el reconocido canon del Antiguo Testamento como es usado en las sinagogas judías y en las iglesias protestantes.

c. Los Líderes De La Iglesia Reconocieron Una Diferencia. Los líderes de la Iglesia que estuvieron familiarizados con el canon hebreo, distinguen claramente entre los escritos canónicos y apócrifos. Los escritos de Melito de Sardis, Cirilo de Jerusalén y San Jerónimo, muestran un reconocimiento de la diferencia entre la Escritura inspirada y la Apócrifa.

d. No Fue Declarada Autoritativa Hasta El Siglo 16. Los Libros Apócrifos no fueron declarados Escrituras autoritativas, hasta la formación del Concilio Católico De Trento (1546 d.C.) En ese tiempo, los siguientes libros Apócrifos fueron declarados canónicos: Tobías, Judit, La Sabiduría de Salomón, El Eclesiástico, Profecía de Baruc (incluyendo la carta de Jeremías), 1 y 2 de Macabeo, las adiciones a Ester y las adiciones a Daniel (Viz. Susana El Canto de los Tres Jóvenes y Bel y el Dragón).

Muchos eruditos católicos romanos distinguen entre los libros protocanónicos (nuestro Antiguo Testamento) y los libros deuterocanónicos (los Apócrifos).

e. Contienen Numerosos Errores. La mayoría de los eruditos creen que los libros Apócrifos representan un nivel más bajo de escritura cuando se comparan con los Escritos Canónicos. Contienen numerosos errores y anacronismos históricos y geográficos, carentes del aliento del espíritu profético tan evidente en los escritos canónicos.

2. Los Apócrifos Son Usados Raras Veces Por Los Protestantes
La Confesión de Westminster (1643), escrita por líderes protestantes, declara que “los libros comúnmente llamados Apócrifos, no siendo de inspiración divina, no son parte del Canon Bíblico; por lo tanto, no tienen autoridad alguna en la Iglesia de Dios”. Las Iglesias Reformadas, no han animado al uso de los escritos Apócrifos y, como consecuencia, es rara la vez en que se usan en el protestantismo contemporáneo.

La Iglesia Anglicana (de Inglaterra) en sus 39 Artículos, toma una posición mediadora, sosteniendo que “la Iglesia sí lee (los Libros Apócrifos) como ejemplo de vida e instrucción de costumbres; no obstante, no los aplica para la confesión de doctrina alguna”.

3. Pseudoepigrafía
Además de los libros comúnmente llamados Apócrifos, existe una variedad amplia de otra literatura antigua tanto judía como cristiana, a la cual se le aplica el nombre de Pseudoepigrafía (Falsos o adulterados).

La literatura Apócrifa, la Pseudoepigrafía y sectaria, encontrada en las Cavernas Qumram y una amplia variedad de otros escritos antiguos, proveen material útil para comprender el mundo del Antiguo Testamento y de la Iglesia primitiva. Aunque no a la par con la Escritura inspirada, tales escritos merecen ser examinados.

B. LOS LIBROS COMUNMENTE LLAMADOS APÓCRIFOS
1. 1 Esdras (Vulgata, 3 Esdras)
El primer libro de Esdras, relata una serie de episodios de la historia del Antiguo Testamento, comenzando con la pascua celebrada en Jerusalén por Josías (Aproximadamente en el año 621 a.C.) y culminando con la lectura pública de la Ley por Esdras (Aproximadamente en el año 444 a.C.).

Éste, reproduce la sustancia de Los Tres Guardianes. Tres hombres jóvenes que actuaban como guardianes o guardaespaldas del Rey Darío, trataban de mantenerse despiertos por medio de debatir acerca de cuál era el elemento más fuerte del mundo. Uno dijo que era el vino, ya que éste tenía un poder peculiar sobre los hombres; otro sugirió que era el rey, quien tenía poder ilimitado sobre sus subalternos o vasallos; y el tercero (Zorobabel), afirmó que era la mujer, quien da a luz al hombre, es el elemento más fuerte, pero la verdad es la que conquista sobre todas las cosas.

El rey, quien fue solicitado a decidir que escogiera al ganador, favoreció a Zorobabel y le ofreció cualquier remuneración que pidiera. Él pidió permiso para regresar a Jerusalén a reconstruir el Templo.

La sección concluye con una descripción de la partida de los judíos saliendo de Babilonia de regreso a Jerusalén. La mayoría de los estudiantes de teología sugirieren que 1 Esdras, fue compaginado en Egipto algún tiempo después del año 150 a.C.

2. 2 Esdras (Vulgata, 4 Esdras)
El cuerpo del libro en 2 Esdras (capítulos 3-14) se propone a describir siete revelaciones apocalípticas otorgadas a Esdras en Babilonia. Ellas, están interesadas en el problema de los sufrimientos de Israel y el intento de justificar los caminos de Dios al hombre.

El autor era evidentemente un judío que esperaba el advenimiento del Mesías de Israel y el período de bienaventuranzas que Él traería. La introducción (capítulos 1 y 2) y la conclusión (capítulos 15 y 16) contienen adiciones escritas desde el punto de vista cristiano.

La parte principal del libro, probablemente fue escrita en arameo hacia fines del primer siglo d.C. Cerca de mediados del segundo siglo, una introducción fue agregada (en griego) y, un siglo más tarde, los capítulos finales fueron escritos. Versiones orientales y muchos de los mejores manuscritos latinos, contienen únicamente el cuerpo del libro.

3. Tobías
Tobías es un libro de ficción religiosa, probablemente escrito en arameo durante el segundo siglo a.C. Cuenta la historia de un judío pío de la tribu de Neftalí en Galilea, quien junto a su esposa Ana y su hijo Tobías, fueron llevados a Nínive por Salmanasar (cerca del año 721 a.C., 2 R 18:9-12). En la tierra del exilio, ellos obedecían la ley judía escrupulosamente.

Cuando Tobías perdió su vista, envió su hijo a Rages en Media para recibir el pago de una deuda. Un ángel le guió hasta Ecbatana donde se enamoró de una hermosa viuda, cuyos siete esposos habían sido muertos sucesivamente el día de sus bodas por un espíritu del mal.
Tobías se casó con la viuda virgen y escapó de la muerte porque quemó la parte interna de un pez, el humo de éste, hizo que el mal espíritu se diera a la fuga. Como una bendición agregada, la hiel del pez fue usada para curar la ceguera del anciano Tobías.

4. Judit
La historia de Judit fue probablemente escrita en hebreo por un judío palestino durante los días que siguieron a la revuelta macabea. Ésta, relata de cómo Judit, una viuda judía, libertó a su pueblo del comandante asirio Holofernes, quien tenía la ciudad de Betulia sitiada.

Arriesgándose personalmente, Judit se hizo camino hacia la tienda de Holofernes donde engañó al asirio con sus encantos. Una vez que consiguió emborracharlo hasta el estupor, ella tomó la espada del comandante y le cortó la cabeza; luego, la llevó de vuelta a la ciudad de Betulia como evidencia de que Dios le había dado la victoria a su pueblo sobre los asirios. Judit puede ser comparada con la Jael de tiempos bíblicos que mató al general cananita Sísara (Jue 4:17-22).

5. Adiciones Al Libro De Ester
Durante el segundo o primer siglo a.C., un egipcio judío tradujo el libro canónico de Ester al griego y, al mismo tiempo, intercaló un total de 107 versículos, dentro de seis lugares donde creyó que una nota religiosa debería ser agregada.

Esas inserciones o inclusiones pías, mencionan el Nombre de Dios y la oración, ningunas de las cuales aparecen en el libro canónico de Ester.

Las adiciones apócrifas, agregan diez versículos a Ester 10 y seis capítulos adicionales, desde el 11 hasta el 16. Sin embargo, en la Septuaginta griega los versículos suplementarios son distribuidos a través del texto a fin de hacer una narración continua.

6. La Sabiduría De Salomón
Un judío alejandrino, en alguna ocasión entre el 150 y 50 a.C., compuso un tratado ético, el cual llamó: La Sabiduría de Salomón, a fin de ganar para el mismo una audiencia de lectores más extensa. Él procuró proteger a los judíos, en Egipto, de caer en el escepticismo, materialismo e idolatría. Él quería enseñar a sus lectores paganos la verdad del judaísmo y la necedad del paganismo.

El libro comienza con una exhortación a los gobiernos del mundo para que busquen la sabiduría y sigan la justicia. Su teología está basada en el Antiguo Testamento con modificaciones derivadas de las ideas filosóficas griegas comunes en Alejandría.

Diferente al Antiguo y Nuevo Testamentos que honran al cuerpo, la Sabiduría de Salomón lo considera como algo que “sofoca u oprime el alma”, una mera “contienda terrenal” que “oprime el alma meditabunda” (9:15). La preexistencia (8:19,20) e inmoralidad (3:1-5) del alma son mantenidas, aunque la doctrina hebreo-cristiana de la resurrección del cuerpo está ausente.

7. El Eclesiástico
(O la Sabiduría de Jesús el Hijo de Sirac.)

Eclesiástico, es un tratado ético que engrandece la virtud de la sabiduría, fue escrito en hebreo entre los años 200 y 175 a.C. por un estudiante pío de Jerusalén, Jesús el hijo de Sirac.

El nieto del autor, un judío alejandrino, tradujo la obra al griego y agregó un prólogo (cerca del año 132 a.C.). Éste es el más extenso de los libros Apócrifos y el único con un autor conocido. Así como los Proverbios canónicos, Eclesiástico trata con una variedad de temas prácticos, desde las dietas hasta las relaciones domésticas.

La sección más extensa y continua del libro (capítulos 44-50) se titula La Alabanza de Hombres Famosos, que caracteriza brevemente una serie extensa de hombres dignos tales como Enoc, Noé, Abraham, Zorobabel, Nehemías y finalmente un contemporáneo del Sumo Sacerdote Simón, un contemporáneo y amigo del autor.


8. Baruc
El libro de Baruc, ostensiblemente escrito por el amigo y secretario de Jeremías (Jer 32:12; 36:4; 51:59), es una obra compuesta que no fue concluida hasta el primer siglo a.C. o más tarde. Aunque la última revisión crítica fue escrita en griego, algunas secciones pueden ser encontradas en el hebreo original.

El libro comienza con una oración de penitencia, reconociendo que las tragedias que vinieron sobre Jerusalén son la justa retribución por sus pecados (3:8).

Una segunda sección poética, explica que las desgracias de Israel se debieron a su negligencia y falta de Sabiduría (3:9 al 4:4). Esta Sabiduría, cuyas alabanzas son cantadas por un escritor propenso filosóficamente, es igualada con la Ley de Dios (4:1-3).

La tercera sección del libro, también poética, es un mensaje de consuelo y esperanza para el desconsolado Israel. El enemigo será destruido y los hijos de Jerusalén regresarán con triunfo. Baruc es un libro Apócrifo que inhala algo del fuego de los profetas del Antiguo Testamento, aunque carece de originalidad.

9. La Carta De Jeremías
En algún tiempo, alrededor del año 300 a.C. o después, un autor desconocido escribió un sermón apasionado basado en Jeremías 11:10. En éste, mostró la total impotencia de los dioses de madera, plata y oro.

Tal sermón, conocido como: “La Carta de Jeremías”, fue originalmente escrita en hebreo (o arameo), a pesar de que solo existe en griego y las traducciones se derivan del griego.

Siendo que muchos manuscritos griegos y sirios, al igual que la versión latina, adhieren la Carta de Jeremías al Libro de Baruc, aparece como el sexto capítulo de Baruc en la mayoría de las traducciones inglesas de los Apócrifos. La Carta no tiene relación con Baruc, y algunos códigos antiguos la colocan después del Libro de Lamentaciones.

10. La Oración De Azarías Y El Canto De Los Tres Jóvenes
(Estas son adiciones a Daniel, incluidas entre 3:23 y 3:24).

En algún tiempo durante el segundo o primer siglo a.C., las tres “adiciones” al libro canónico de Daniel, el cual existe como un libro separado de los Apócrifos, fueron escritas por autores desconocidos.

La primera de ellas fue: La Oración de Azarías y el Canto de los Tres Jóvenes, que probablemente fueron escritos en hebreo por un judío pío durante el período en el cual su pueblo estaba sufriendo a manos de Antíoco Epífanes o en el período de la Revuelta Macabea que subsiguió.

Durante la prueba dolorosa del horno de fuego, Azarías es representado alabando a Dios, confesando los pecados de su pueblo y orando por la liberación nacional.

El ángel del Señor vino al horno de fuego y apagó la llama ardiente para que los jóvenes no sufrieran daño alguno. Después, desde el horno cantaron sus alabanzas a Dios en forma de Canto, el cual es el contenido del Salmo 148 en reminiscencia, y el del Salmo 136 como forma antifonal.

11. Susana
Es incierto si el original de Susana fue escrito en hebreo o en griego. Su autor desconocido, vivió en algún tiempo durante el primer o segundo siglo a.C., pero somos ignorantes a su vida. Con todo, el libro de por sí es reconocido como uno de famosas historietas cortas del mundo de la literatura.

Éste, cuenta acerca de cómo dos ancianos inmorales amenazaron con testificar que ellos habían encontrado a Susana, la hermosa esposa de un judío babilónico de influencia, en las manos de un amante, si ella no se sometía a ellos. Cuando ella los rechazó, la acusaron de adulterio con dos testigos falsos que asintieron contra ella aquella terrible falsedad; la encontraron culpable y la sentenciaron a morir.
Un joven llamado Daniel, interrumpió los procedimientos para cuestionar a los dos testigos separadamente. Él le preguntó a cada uno que identificara el árbol bajo el cual habían visto a Susana y a su supuesto amante.

Traicionados por sus propias respuestas inconsistentes, los ancianos culpables fueron sentenciados a la muerte y Susana se salvó de una muerte segura. En la Septuaginta, la Historia de Susana precede al Libro canónico de Daniel; en la Vulgata, ésta lo sigue.

12. Bel Y El Dragón
Las historias de Bel y el Dragón fueron probablemente escritas en hebreo hacia mediados del primer siglo a.C., y agregadas al Libro de Daniel por su traductor griego. En la Septuaginta, ésta sigue directamente a Daniel, mientras que en la Vulgata viene después de Susana.

La historia de Bel, es una de las más antiguas historias de detective. Relata cómo Ciro, el Rey Persa, le preguntó a Daniel por qué no adoró a Bel, el dios de Babilonia.

Ciro le dijo a Daniel cuánta harina, aceite y ovejas, Bel consumía cada día. Así que, Daniel persuadió a Ciro a que depositara las provisiones usuales en el templo, y luego cerrar y sellar las puertas del mismo. Mientras tanto, Daniel regaba cenizas alrededor del piso del templo.

Cuando llegaba la mañana, los alimentos habían desaparecido, y el piso estaba cubierto de las huellas de los sacerdotes, sus esposas e hijos, quienes habían utilizado una puerta secreta debajo de la mesa, para entrar de noche al interior del templo y consumir las provisiones.

El rey, convencido de la treta de los sacerdotes de Bel, ordenó que los mataran y que destruyeran su templo.

El Dragón, es realmente una serpiente que el rey adoraba hasta que Daniel la mató alimentándola con bolsas de resina de pino, grasa y pelo.

Los babilonios, furiosos por la destrucción de su dios, demandaron que Daniel fuera sentenciado a muerte. Con renuencia o de mala gana el rey consintió y Daniel fue puesto en el foso de los leones (lea Dan 6:1-28).

Los leones no molestaron a Daniel, quien fue milagrosamente alimentado por el Profeta Habacuc, quien fue levantado por un ángel de Judea y llevado al foso de los leones en Babilonia.

El séptimo día, el rey vino y sacó a Daniel del foso de los leones, y lanzó a sus enemigos dentro del mismo foso, quienes fueron devorados inmediatamente. Las historias de Bel y el Dragón, tuvieron la intención de ridiculizar la idolatría y desacreditar al sacerdocio pagano.

13. La Oración De Manasés
Ésta fue probablemente escrita algún tiempo durante los últimos dos siglos a.C., por un judío palestino. Los estudiosos no están seguros si fue compuesta en hebreo, arameo o griego. La Oración se le atribuye a Manasés, el rey de Judá, quien según 2 Crónicas 33, fue llevado a Babilonia prisionero; allá se arrepintió de la idolatría que había caracterizado los años de su reinado.

Se hace mención de una oración ofrecida por Manasés (2 Cr 33:19), y un judío devoto parece haber intentado escribir tal oración mientras Manasés la pronunciaba.

La oración es típica de las antiguas formas litúrgicas judías. Da apertura con una atribución de alabanza al Señor, Cuya Majestad es vista en la Creación (1-4) y en Su misericordia hacia los pecadores (5-8). Esto es seguido por la confesión y súplica personal (9-10) por el perdón (11-13). La oración concluye con una petición por gracia (14) y una doxología (15).

14. 1 Macabeos
1 Macabeos, es un valioso registro histórico de los 40 años comenzando con la ascensión de Antíoco Epífanes al trono asirio (175 a.C.), y culminando con la muerte de Simón el Macabeo (135 d.C.) Fue probablemente escrito por un judío palestino en hebreo alrededor del año 100 a.C.
El libro nos confiere el mejor relato de la resistencia judía ante el enemigo Antíoco y las guerras macabeas que al final produjeron la independencia al estado judío. Matatías fue el sacerdote que desafió a Antíoco y encendió las chispas de la revolución.

Ésta relata los despojos de tres de los hijos de Matatías: Judas (13:1 al 9:22); Jonatán (9:23 al 12:53) y Simón (13:1 al 16:24).

El festival anual judío de Hanuka, celebrado en la misma temporada de la Navidad, conmemora la reedificación del templo como un resultado de la valentía de los Macabeos. El festival es mencionado en el Nuevo Testamento como “la fiesta de la dedicación” (Jn 10:22).

15. 2 Macabeos
2 Macabeos, está en el paralelo principal a los primeros siete capítulos de 1 Macabeos, abarcando el período del 175 hasta el 160 a.C. Éste, profesa ser un compendio de cinco volúmenes históricos escritos por Jasón de Cirene (2:19-23), cuya identidad es cuestión de conjeturas.

El autor de 2 de Macabeos, fue evidentemente un judío alejandrino quien escribió en griego. Él puede que haya escrito tan temprano como en el año 120 a.C. o tan tarde como para principios del primer siglo a.C.

2 Macabeos es menos histórico y más retórico que 1 de Macabeos. Fue escrito desde el punto de vista de los fariseos, y acentúa lo milagroso y maravilloso, en contraste con lo más prosaico y objetivo de 1 de Macabeos.

E agora, senhora, rogo-te, não como escrevendo-te um novo mandamento, mas aquele mesmo que desde o princípio tivemos: que nos amemos uns aos outros.
E a caridade é esta: que andemos segundo os seus mandamentos. Este é o mandamento, como já desde o princípio ouvistes: que andeis nele.

2 João 1:5-6


Siempre su amor esta a tu alcanze

Siempre su amor esta a tu alcanze