domingo, 27 de junio de 2010


Hasta ahora no han pedido en mi nombre; pidan y recibirán, y su gozo será completo.
Imagínate que a medianoche fueras a la casa de un amigo y le dijeras: “Préstame tres panes. Tengo visitantes que han viajado desde muy lejos para venir a verme, y mis alacenas están vacías.”
Tu amigo podría contestar: “Por favor, no me molestes ahora. La puerta está cerrada y mis hijos duermen. No puedo levantarme y ayudarte. “Te digo, que aunque él sea tu buen amigo, no se levantara para darte pan, pero por tu persistencia, el cederá tu ruego se levantara para darte cuanto pan tu necesites.
Pide y se te dará. Busca y encontraras. Toca y se te abrirá la puerta. Porque todo aquel que pide recibe, los que buscan hallan, y a los que tocan se les abrirán las puertas de par en par.

En cierto pueblo había un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. En el mismo pueblo vivía una viuda que apelaba continuamente a este por justicia en contra una persona que le había hecho mal. Este le desdeño por un tiempo y rehusó oír su caso. Pero finalmente se dijo a si mismo: “Aunque no temo a Dios, ni respeto a los hombres, veré que esta viuda obtenga justicia, porque me desespera con su persistente apelación”.


¿No hará Dios justicia a sus escogidos que claman a El día y noche? ¿Creen que El los desechará? Les digo, ¡El vera que reciban clemencia inmediatamente¡
Aun así. La pregunta pertinente es: Cuando Yo, el Mesías retorne, ¿Encontraré a muchos en la tierra con semejante fe?
No dejen que vuestras oraciones caigan en una modalidad de mera repetición. Los gentiles oran así, pensando que serán oídos por muchas palabrerías. No deben imitarlos.
Recuerden que su Padre celestial sabe todo lo que necesitan aun antes que se lo pidan.
El profeta Isaías ha escrito. “Mi casa será llamada casa de oración por todas las Naciones.”
Oren al Padre que oye sus oraciones más secretas y las recompensa abiertamente; y cualquier cosa que pidan al Padre en mi nombre. El se lo dará.
Padre nuestro en el cielo.
Santificado sea tu Nombre.
Venga tu Reino.
Hágase tu voluntad,
En la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan diario.
Y perdona nuestros pecados,
Así como nosotros perdonamos a
Aquellos que pecan contra nosotros.
Defiéndenos de tentación,
Y líbranos de maldad.
Porque tuyo es el Reino,
Y el poder,
 Y la gloria,
Para siempre.
Amén.
Si viven su vida en mi, y permiten que mis palabras vivan en sus corazones; pidan lo que desean y les será dado.

Jesús de Nazaret

miércoles, 16 de junio de 2010

ECHA TUS CARGAS

El Salmista escribió: “Estad quietos, y sabed que Yo Soy Dios” (46:10). Pablo exhorto a los filipenses, “por nada estéis afanosos” (Fil. 4:6). Y Pedro instruyo a sus lectores a echar toda su ansiedad sobre Dios (1 Pedro 5:7).
¿Cómo puede alguien dejar de preocuparse y estar “quietos”? Solo por medio de la oración y la confianza en El Dios amoroso (Fil. 4:6-7). Aquellos que echan sus preocupaciones sobre Él pueden poner a un lado el ruido y la confusión, las ambiciones y las luchas, y entrar en la paz de Dios (v.7).
Esto no significa que aquellos que están “quietos” delante del Señor escaparan de los peligros y los dilemas de la vida, pero si significa que tendrán al capacidad para vivir con tranquilidad en medio de ellos. Aunque puede que la tribulación permanezca, la confusión, la opresión y la desesperación comienzan a marchitarse. Tales personas muestran aplomo bajo presión; se mantienen inconmovibles ante las alarmas de la vida; irradian paz dondequiera que vayan.
Si nunca has llegado a conocer las profundidades del amor de Dios y su llamado a que vivas en ese amor, tu vida quedara llena de angustias y preocupaciones. A menudo te sentirás preocupado y agitado-siempre buscando ese algo más ilusorio.
Cuando aprendes a poner tu confianza en Dios y echar tus preocupaciones en El, puedes estar calmado en medio de las exigencias de la vida.

Debido a que Dios se preocupa por nosotros, podemos dejar nuestras preocupaciones con El.

lunes, 14 de junio de 2010

"... um ao outro ajudou, e ao seu companheiro disse: Esforça-te. Isaías 41:6"

Vamos Fazer a Nossa Parte

Um viajante perdeu a direção e acabou jogando seu carro em um valão em um local distante. Um fazendeiro das proximidades, tomando conhecimento do fato, prontificou-se a ajudar o desconhecido e, para isso, trouxe um de seus cavalos, o mais forte, chamado "Amigo." Com uma corda amarrada ao cavalo e a outra ponta no carro, o fazendeiro gritou: "Puxe, Azulão, puxe." Amigo permaneceu imóvel. Gritou novamente: "Puxe, Veloz, puxe." Nada! Tornou a gritar o homem: "Puxe, Raio, puxe." Mais uma vez Amigo não se moveu. O fazendeiro então, com um tom de indiferença, falou: "Puxe, Amigo, puxe!" E o cavalo retirou, facilmente, o carro do valão. O viajante, muito agradecido - e curioso - perguntou ao fazendeiro o motivo pelo qual chamou o seu cavalo três vezes por um nome errado. "Oh," respondeu, "o Amigo é cego e se ele soubesse que era o único cavalo a puxar talvez nem tentasse." É lamentável, mas muitas pessoas agem desta forma. Vamos fazer a nossa parte para que a vontade de Deus seja feita -- que todos cheguem ao Céu.

Qual tem sido a nossa participação na tarefa de iluminar o mundo e indicar o caminho aos perdidos? Temos nos colocado à disposição de Deus para fazer a nossa parte, seja ela qual for, sem nos preocupar com quem ou quantos estão trabalhando também? Ou será que temos nos mantido à margem, esperando que outros façam sua parte e a nossa também?

Deus nos proporcionou, através do trabalho de alguém, a graça do perdão, da libertação e da vida abundante para que, de igual modo, coloquemos nossas vidas em Seu altar e, como canais de bênção levemos a outros a mesma alegria de terem suas vidas transformadas em mananciais de regozijo e felicidade.

Independente dos demais, faça a sua parte!


Que as bençãos de Deus seja derramada sobre sua vida!!!



Edson Alves

E agora, senhora, rogo-te, não como escrevendo-te um novo mandamento, mas aquele mesmo que desde o princípio tivemos: que nos amemos uns aos outros.
E a caridade é esta: que andemos segundo os seus mandamentos. Este é o mandamento, como já desde o princípio ouvistes: que andeis nele.

2 João 1:5-6


Siempre su amor esta a tu alcanze

Siempre su amor esta a tu alcanze